Fábulas argentinas
Ayuda oportuna

de Godofredo Daireaux


Una vizcacha había tenido la desgracia de ver destruida su cueva por el hombre. Por suerte había podido escapar con vida, pero andaba errante, arruinada, sin casa, sin nada. Había acudido a varias vizcacheras, pidiendo ayuda para rehacer su cueva, prometiendo pagar poco a poco el trabajo de las compañeras que vinieran en su auxilio; pero, al verla tan pobre, todas le cerraron la puerta, echándola a pasear, en muchas partes, con palabras de desprecio.

La pobre apeló entonces a su sola energía; trabajó con afán, luchó, peleó, conquistó tierra, volvió a cavar su cueva, la agrandó paulatinamente, se creó una familia que poco a poco se hizo poderosa.

Y vinieron entonces a ofrecerse todas las vizcachas del pago, con mil zalamerías, poniendo a su disposición elementos de todas clases para cualquier cosa que se le ocurriera.

Dio las gracias. Ya no necesitaba nada.

Al pobre que pide ayuda: ¡palos!, que sólo cuando ya no la precise, se la vendrán a ofrecer.