Adolfo Berro (poesía)

Nota: Se respeta la ortografía original de la época

ADOLFO BERRO




Deja el guerrero escrita su memoria
En el rastro de sangre de sus huellas;
El poeta en sus lágrimas su historia,
Los que saben llorar la leen en ellas.

Él marca su vivir , en pos de un nombre,
Con horas de delirio y de afliccion;
Dichoso si las lágrimas del hombre
Señalan el compas de su canción.

¡Pobre Adolfo! tu vida fué un gemido,
Un gemido tan hondo y tan veloz!
Si tan pronto en los tiempos se ha perdido,
Quedó en las almas eco de tu voz.
 
Porque es un eco inmenso el sentimiento
Estrechamente á la existencia unido,
Y al sonar en los aires tu lamento,
Los hombres que lo oyeron han sentido:
 

Y llorarán, é inundará su llanto
La losa de la tumba en que reposas,
Y otro poeta elevará su canto,
Y el bueno sus plegarias fervorosas.

Pobres nosotros! perdimos
Una esperanza tan bella,
Quedándonos en vez de ella
Solo un recuerdo.... no mas.

Perdimos en un momento,
Con el porvenir de un hombre,
La parte inmensa de nombre
Que debimos heredar.

¿Quién llorará nuestros males
Llenándonos de consuelo,
Marcándonos en el suelo
La senda de la virtud.

Con ese acento tan suave
Que nuestra alma suspendía,
Con esa triste armonía
De su enlutado laud?
 
¿Quién á la infeliz ramera,
A la huérfana, al mendigo,
Dirá palabras de amigo,
Dará esperanzas, como él?
 

¿Quién á los hombres, valiente
Dará el sarcástico — bravo!
Al ver llorar al esclavo
Reclinado en un dintel!

Ellos vendrán á tu tumba,
Vendrán, de tristeza llenos;
El séquito de los buenos
Será tu elojio mayor.

Feliz quién ha conseguido
El llanto del desgraciado;
Aquel que nunca ha llorado,
No comprende su valor.

Ellos vendrán y contarán tu historia
Al que lleve su paso por allí,
Y rendirá homenaje á tu memoria
Al oir fué poeta é infeliz.

Jóven, cuál tú, me perderé, sin duda,
Que abrigo un gérmen de fatal dolor,
Pues siento dentro una tormenta muda
Despedazar mi pobre corazon.
 
Mas al recuerdo de la suerte mia
Nadie en el mundo verterá su llanto;
Sobre la losa de mi tumba fria
Ningun poeta entonará su canto.