A Antonio
(El año que se prohibió la función cívico-religiosa del Dos de Mayo)

de Adelardo López de Ayala


Grande llaman, Antonio, -¡qué simpleza!-                    
a los que mueren por la patria cara...  
¿Ves qué manera tan inculta y rara  
tiene la plebe de adquirir grandeza?  

Mete por esos hierros la cabeza;  
derriba la columna, rompe el ara;  
si te falta valor, vuelve la cara;  
que, de espaldas, asusta tu fiereza.  

¡Murieron de arrojados e inexpertos!...  
Y ¿han de estar por tan fútiles motivos,  
de grandeza y honor siempre cubiertos?  

¡Acaben los recuerdos aflictivos!  
¿Qué importan las cenizas de los muertos  
a quien vende la sangre de los vivos?