Últimas lamentaciones de Abel Martín

Últimas lamentaciones de Abel Martín
de Antonio Machado
(Cancionero apócrifo)
  Hoy, con la primavera, 
soñé que un fino cuerpo me seguía 
cual dócil sombra. Era 
mi cuerpo juvenil, el que subía 
de tres en tres peldaños la escalera. 
-Hola, galgo de ayer. (Su luz de acuario 
trocaba el hondo espejo 
por agria luz sobre un rincón de osario) 
  -¿Tú conmigo, rapaz? 
  -Contigo, viejo. 
  Soñé la galería 
al huerto de ciprés y limonero; 
tibias palomas en la piedra fría, 
en el cielo de añil rojo pandero, 
y en la mágica angustia de la infancia 
la vigilia del ángel más austero. 
  La ausencia y la distancia 
volví a soñar con túnicas de aurora: 
firme en el arco tenso la saeta 
del mañana, la vista aterradora 
de la llama prendida en la espoleta 
de su granada. 
                     ¡Oh Tiempo, oh Todavía 
preñado de inminencias!, 
tú me acompañas en la senda fría, 
tejedor de esperanzas e impaciencias. 
               * 
   ¡El tiempo y sus banderas desplegadas! 
(¿Yo, capitán? Mas yo no voy contigo.) 
¡Hacia lejanas torres soleadas 
el perdurable asalto por castigo! 
               * 
  Hoy, como un día, en la ancha mar violeta 
hunde el sueño su pétrea escalinata, 
y hace camino la infantil goleta, 
y le salta el delfín de bronce y plata. 
  La hazaña y la aventura 
cercando un corazón entelerido... 
Montes de piedra dura 
-eco y eco- mi voz ha repetido. 
  ¡Oh, descansar en el azul del día 
como descansa el águila en el viento, 
sobrela sierra fría, 
segura de sus alas y su aliento! 
  La augusta confianza 
a ti, Naturaleza, y paz te pido, 
mi tregua de temor y de esperanza, 
un grano de alegría, un mar de olvido...